Cipriano de Valera es, sin lugar a dudas, el español del siglo XVI que de manera más clara y contundente se definió por la fe de la Reforma y que contribuyó de manera más decisiva a la transmisión de la Palabra de Dios. Nació en 1532 en Frenegal de la Sierra (Badajoz), y después de haber estudiado filosofía durante seis años, ingresó en el monasterio jerónimo de San Isidoro del Campo. Allí conocería las verdades de la Palabra de Dios proclamadas por la Reforma, y de allí saldría, en el año 1557, rumbo al exilio, junto con otros compañeros de monasterio, como Antonio del Corro o Casiodoro de Reina. Tras un breve paso por Ginebra, donde conocería personalmente al Reformador Juan Calvino, en 1558 Valera se instaló definitivamente en Inglaterra. Allí, además de casarse en 1563, llegaría a ser profesor tanto en la universidad de Cambridge como de Oxford. Durante 20 años, Valera llevó a cabo el monumental trabajo de revisar la traducción de la Biblia que en 1569 publicara su antiguo compañero, Casiodoro de Reina. Su nueva revisión se publicó en el año 1602. Pocos años más tarde, no se sabe exactamente cuando, Valera falleció en su exilio de Inglaterra.
La obra de Valera es de una importancia verdaderamente fundamental. A él le debemos que se haya transmitido la Biblia de uso mayoritario en las iglesias herederas de la Reforma y que los creyentes leemos a diario. Además de la traducción de la Biblia, fue él quien tradujo, en 1597, la Institución de la Religión Cristiana de Juan Calvino. Escribió también algunas otras obras teológicas de importancia. Por ejemplo, su “Dos Tratados” (uno sobre el “papa” y otro sobre la misa) merecería ser considerado como uno de los mejores libros reformados acerca del romanismo, en el que aborda de manera magistral lo que constituye la esencia de la iglesia papista. He aquí una muestra de esta gran obra suya:
“Papa y Misa son las dos columnas que sustentan la iglesia papística; son bien antiguas. Porque ya ha sus mil años que se comenzaron a edificar. Sus principios fueron bien pequeños; mas de día en día han ido creciendo, puliendo, y adornándose hasta venir al estado en que hoy día las vemos, Porque así el Papa, como la Misa son tenidos y llamados dios. Hanlas hecho muy hermosas, cubriéndolas con seda, oro, plata, brocado y rica pedrería; pero de dentro son superstición, hipocresía e idolatría. Muchas veces me he parado a considerar cual de estas dos columnas, Papa y Misa, sea más fuerte, y más estimada. ¿Quién contará las virtudes, excelencia, santidad, y divinidad, que dicen, la Misa tener? ¿Cuán provechosa sea para todas las cosas animadas, e inanimadas, vivas y muertas? Considerando esto, la Misa me parecía la más principal, y que por tanto debería yo comenzar de ella. Mas después, habiéndolo yo mejor considerado, me parece que el Papa, con todo esto, es la principal columna. Las causas que me han movido a creerlo así, son estas, que la causa es primero que su efecto en dignidad, el criador que la criatura, el amo, que el criado, el sacerdote que el sacrificio que ofrece. El papa es, el que ha hecho y creado la Misa; como después placiendo a Dios lo probaremos. Luego el Papa es de mayor dignidad que la Misa”.
Jorge Ruiz Ortiz.